Gran ejemplo de “Autonomía emocional”: Elisa L. Zamfirescu – educación emocional para ti

Gran ejemplo de “Autonomía emocional”: Elisa L. Zamfirescu

Posted: November 10, 2018 Under: Uncategorized By admin No Comments

Hoy se celebra el 131 º aniversario del nacimiento de Elisa Leonida Zamfirescu (Galati, 10 de noviembre de 1887-Bucarest, 25de noviembre de 1973), la primera ingeniera de Rumanía y una de las primeras del mundo. Le rendimos hoy homenaje por ser un gran ejemplo de la tercera competencia contenida en la Educación emocional: Autonomía emocional.

Elisa Leonida Zamfirescu nació en Rumanía, intentó matricularse en la Universidad de Bucarest, pero fue rechazada por su condición de mujer, por lo que tuvo que cambiar de país y marcharse a Alemania. Así es como llegó a matricularse en la Universidad Técnica de Berlín.

En aquella época, 1909, se apelaba a «las tres K»: Kirche, Kinder, Küche (iglesia, hijos, cocina) como expresión de las obligaciones de la mujer. En este contexto Elisa Leonida Zamfirescu, supo afrontar los estímulos negativos del entorno y seguramente que con su determinación, automotivación, actitud positiva y capacidad para criticar las normas sociales de la época, consiguió graduarse con honores en 1912, convirtiéndose en la primera ingeniera de Rumanía y una de las primeras del mundo. “La más diligente de las diligentes”, así la definió al graduarse el Decano de la Universidad Técnica de Berlín.

En palabras del catedrático de Orientación Psicopedagógica, Licenciado en Pedagogía y en Psicología, Rafael Bisquerra: “autonomía emocional la podemos entender como un concepto amplio que incluye un conjunto de características y elementos relacionados con la autogestión personal, entre las que se encuentran la autoestima, actitud positiva ante la vida, responsabilidad, capacidad para analizar críticamente las normas sociales, la capacidad para buscar ayuda y recursos, así como la autoeficacia emocional”.

Muy interesante el artículo publicado hoy en El País: https://elpais.com/elpais/2018/11/10/ciencia/1541805768_278758.html

Esperamos que sea éste un ejemplo que nos anime a la consecución de nuestras metas, ejercitando nuestra autonomía emocional, a pesar de que inevitablemente existan entornos o estímulos negativos. Te invitamos a la reflexión.

Evoluciona. Desarrolla tu inteligencia emocional.
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La clave de una sana autoestima: conseguir una cierta acumulación de pequeños éxitos … “conseguir fichas de poker”.

Nuestra autoestima es la valoración que tenemos de nosotros mismos e incide en las elecciones que tomamos durante nuestra vida.

La acumulación de pequeños éxitos nos lleva a confiar en nosotros mismos y así el sentimiento de capacidad aflora. Si nos sentimos capaces, nos valoramos.

Por lo tanto, si quieres ayudar a alguien a construir un adecuado autoconcepto y con ello elevar su autoestima, tanto si es un niño, un joven o un adulto, deberás propiciarle momentos de pequeños logros para que las capacidades y las fortalezas que todos poseemos resurjan y entren en acción.

5 cosas que puedes hacer para contribuir a formar un adecuado autoconcepto y con ello una sana autoestima, y de esta forma tu hijo “gane fichas de poker”:

Detecta qué sabe hacer bien.
Propicia momentos en que tu hijo pueda hacer eso que sabe hacer bien.
Pregúntale cómo se siente cuando lo hace, le ayudará a vincular esa emoción positiva y a vivenciarla más.
Pasa tiempo con él jugando, leyendo, bailando, cantando o simplemente escuchándole.
Ayúdale a descubrir la persona que quiere llegar a ser, le ayudará a sentirse valorado. Focaliza tu atención en sus fortalezas.

5 cosas que no debes hacer en tu día a día, o qué es lo que hace que tu hijo “pierda fichas de poker”:

“Etiquetarle”, diciéndole por ejemplo “¡qué torpe!” o “qué malo eres”.
Utilizar el pensamiento dicotómico con tu hijo, por ejemplo diciéndole: “¡es que todo lo haces mal!”, “¡siempre te pasa lo mismo!”.
No prestar atención a sus emociones, ignorando sus sentimientos.
Reaccionar impulsivamente con una intensidad desproporcionada a la situación.
Focalizar tu atención en los errores que pueda cometer o en sus puntos a mejorar, ignorando sus aspectos positivos.

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Se repite frecuentemente la situación en la que en un restaurante los padres les dan el móvil a sus hijos para que estén entretenidos.

Como dice Adam Alter, psicólogo y profesor de la Universidad de Nueva York “si siempre les das una solución en forma de pantalla, los niños no aprenderán a regularse”, en este caso no aprenderán a regular la molestia que supone la espera para empezar a comer.

En esta entrevista publicada en aprendemosjuntos.elpais.com, Adam Alter, explica cómo los niños prestan atención a lo que hacen sus padres y cómo el uso de los móviles por los adultos fomenta el mismo comportamiento en los niños; en la interesante entrevista se dan algunas claves para mejorar esta situación.

Ver entrevista en: https://aprendemosjuntos.elpais.com/
especial/como-usamos-el-movil-delante-de-nuestros-hijos-adam-alter/

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Cómo contribuir a desarrollar la autonomía emocional de tus hijos: ayúdales a descubrir quiénes son y quieren ser (autoconciencia emocional), y después posibilítale que lo sean (autonomía emocional).

Las expectativas paternas pueden exigir que nuestros hijos repitan nuestros patrones de vida o bien proyectemos en ellos nuestras frustraciones anhelando que sean y logren lo que no pudimos ser o conseguir. Para aumentar su autonomía emocional hay que valorar y respetar sus opiniones y elecciones. La educación de nuestros hijos se dirige a que sean capaces de valerse y de pensar por sí mismos, a que su sentimiento de capacidad aflore, lo que no implica que tengan que hacerlo de manera exacta a la nuestra, a cómo lo hicimos nosotros en el pasado si sus criterios e ideas se han ido formando coherentemente.

5 cosas que puedes hacer para contribuir a desarrollar su autonomía emocional:

Dale a tu hijo una “mochila emocional” vacía, libre de frustraciones, de miedos, de prejuicios. No contribuyas a generarle creencias limitadoras. Si es necesario cuestiónate tus propias creencias y comprueba tus capacidades para asumir nuevos retos. Pon a prueba tus recursos.
Ayuda a tu hijo a que descubra e identifique a través de su mundo emocional, cuáles son sus preferencias y elecciones. Ayúdale a descubrir la persona que quiere llegar a ser, le ayudará a sentirse valorado. Focaliza tu atención en sus fortalezas.
Establece límites desde el amor y la confianza.
Escucha a tu hijo, valora y respeta sus opiniones. Fomenta su pensamiento crítico y reflexivo mediante preguntas abiertas para que pueda recapacitar e interiorizar el aprendizaje y ello le sirva para la próxima ocasión en que deba tomar una decisión de cómo comportarse : “¿cómo crees que has actuado?, ¿cómo crees que se ha sentido tu amigo?, ¿cómo puedes actuar en otra ocasión similar?
Pasa tiempo con él jugando, leyendo, bailando, cantando o simplemente escuchándole.

5 cosas que no debes hacer en tu día a día, o qué es lo que hace que tu hijo no consiga su autonomía emocional:

Sobreproteger a tu hijo emocionalmente, evitando exponerle a emociones desagradables y por ende evitando que adquiera herramientas para hacerles frente en el futuro adulto. Las emociones desagradables también cumplen una función por lo que la frustración nos prepara emocionalmente para tolerar las adversidades de la sociedad actual.
No asumir las propias responsabilidades atribuyéndoselas a los hijos, fruto de un mal día, del cansancio o del enfado.
Restringir el potencial de los hijos en función de los roles de género o al interiorizar creencias sociales como por ejemplo: “estudia medicina, que es mejor que ser enfermero”.
<<Hacer por ellos>> mediante cuidados innecesarios como hacerles los deberes, vestirles cuando no corresponde ya por la edad, etc., anticipándonos a sus necesidades, lo cual a su vez evitará el reconocimiento de nuestro esfuerzo. Y lo más importante: perjudicará su sentimiento de capacidad, base de una sana autoestima.
<<Hablar por ellos>> evitando que puedan expresar su propia respuesta, o utilizar expresiones indicadoras de relaciones de dependencia o sobreprotección con la utilización del pronombre “me”: “mi hijo me estudia poco”.

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