¿Sabes que tus hijos te están observando?

Decía la Madre Teresa de Calcuta: “No te preocupes si tus hijos no te escuchan, te observan todo el día. Con esta frase, comenzamos esta apasionante andadura en el camino de la educación emocional. La frase resulta muy ilustrativa: los niños aprenden por imitación, de sus padres, de sus profesores, de sus compañeros, en definitiva, de su entorno, principalmente de las figuras de apego.

Si queremos que nuestros hijos den respuestas apropiadas a las situaciones diarias, regulando con intensidad adecuada emociones como el enfado, el miedo, la tristeza etc., los adultos debemos ser capaces de hacerlo antes, ya que somos modelo de su comportamiento.  No podemos esperar de ellos una conducta adecuada ante una determinada situación, si no hemos sido ejemplo de ello previamente.

Cada vez que los adultos reaccionamos ante un estímulo con una determinada conducta, los niños aprenden a dar ese mismo tipo de respuestas, normalizándolas. El primer paso es tomar conciencia de ello, y a continuación es prioritario desarrollar el autoconocimiento.

Conócete a ti mismo” dijo Sócrates. El primer objetivo es convertirse en padres conscientes de las propias emociones, para emprender el camino del aprendizaje de las competencias emocionales, desarrollando la propia inteligencia emocional para así, de forma coherente, favorecer el desarrollo de la de los hijos.

La gestión emocional debe estar en los hogares y en las aulas. Junto a la enseñanza en valores que presta principalmente la familia y la escuela, así como los contenidos académicos, el aprendizaje emocional debe tener la merecida prioridad para que los niños y adolescentes sean capaces de generar su propio bienestar personal.

Destacados autores de referencia, se refieren a la familia como la primera escuela de educación emocional (Inteligencia emocional en educación, R. Bisquerra, J.C. Pérez González, E. García Navarro (2015) Ed. Síntesis).

Por todo ello los adultos deben dar prioridad a la educación emocional en sus propias vidas.

Los adultos son un referente para los niños y jóvenes, por lo que lo primero es empezar por uno mismo, es responsabilidad del adulto desarrollar las propias competencias emocionales para ayudar a que sus hijos o en el caso del profesorado, sus alumnos, desarrollen también las suyas.

Consideramos que el desarrollo de las competencias emocionales, es la base de todos los demás aspectos de la vida. Si mejoramos en nuestra gestión emocional, como padres, abuelos, etc… o profesores, acompañaremos a nuestros hijos, nietos o alumnos en el desarrollo de sus propias competencias emocionales de forma coherente, lograremos un mayor bienestar vital y por expansión el de la comunidad.

Si quieres introducirte en el mundo de la educación emocional y conocer las claves para desarrollar tu inteligencia emocional, accediendo a información y recursos para ello, este es tu sitio.

Acompáñanos en este camino, y conviértete en un “aprendiz de sabio” (término extraído de la obra Aprendiz de Sabio, Bernabé Tierno, (2005), Ed. Grijalbo). Este libro es una interesante recomendación para quienes se estén introduciendo en la educación emocional, con él podrás conocer, mediante un lenguaje ameno, la diversidad de pensamientos y creencias que, en mayor o menor medida para cada uno, son responsables de desencadenar determinadas emociones y conductas, y te ayudará a crear conciencia sobre ello. Por favor no pierdas la ocasión de aprender con él, es todo un tesoro. Finalizo este post reproduciendo la cita con la que comienza dicha obra: “Muchos habrían podido llegar a la sabiduría, si no se hubiesen creído ya suficientemente sabios” (J.L. Vives)

Evoluciona. Desarrolla tu inteligencia emocional.
educación emocional para ti ©

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